domingo, 13 de mayo de 2012

FIJAR LIMITES

Qué limites fijar y, sobretodo, cómo hacerlo es, hoy en día, una de las más -grandes preocupaciones a las que, padres y madres, nos enfrentamos. ¿Me habré pasado?, ¿es correcto gritar así?, ¿estará mi hijo traumatizándose?, ¿hasta dónde puedo llegar?, ¿es negativo el castigo? éstas, entre otras dudas, son preguntas a las que generalmente no sabemos contestar.
Esta situación genera, demasiadas veces, un sentimiento de ineficacia, de culpabilidad y otras respuestas demasiado permisivas, agresivas o fuera de lugar.

Fijar límites
Fijar límites, poner normas y ejercer la autoridad era hace una generación una tarea mucho más fácil, con menos complicaciones. Norma no cumplida se convertía en sanción segura. Los límites eran los mismos, o muy parecidos a nivel familiar y social.
Los objetivos de la sociedad coincidían con los de la familia. Esto convertía a cada adulto en “autoridad” frente a todos los hijos e hijas, propios o ajenos. Y las normas eran casi las mismas para todas las personas adultas.
Cuando no funcionaba, aparecía la agresividad verbal y física, las amenazas y el miedo a las consecuencias por haberse saltado el límite.
La situación ha cambiado, y las relaciones interpersonales dentro de la familia son más abiertas y cercanas. Ha aumentado el dialogo, e intentamos que los modos sean más positivos.
Pero algo nos está fallando. La autoridad y la disciplina, que antes se apoyaban en la imposición, ahora es muy difícil ponerlas en práctica.
Nos resulta complicado conjugar en un modelo el respeto a los sentimientos, el diálogo y el desarrollo de responsabilidades por un lado, con el ejercicio de la autoridad y la disciplina por el otro.
Actualmente la relación con nuestros hijos e hijas ha evolucionado positivamente y es más estrecha, pero a la vez no han evolucionado los métodos de control. Y no solo no han evolucionado, sino que recursos con los que se contaba antes, agresiones físicas, castigos excesivos, etc..... ahora no son considerados adecuados.
Además, los objetivos de la sociedad ya no coinciden con los de las familias. El aumento de libertad en la sociedad ha propiciado que ésta sea más permisiva que las familias.

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